José Mulet, Gata de Gorgos (1966)

Nacido un 3 de abril de 1.966, José Mulet vivió sus primeros años con los abuelos maternos. Su madre, apesadumbrada, tuvo que dejarle para volcarse en sus oposiciones.

Durante ese tiempo, impregnado de grandes momentos, experimentó entrañables situaciones, que despertaron prematuramente su inexorable imaginación.

Su feliz infancia y algunos destacados acaecimientos que sin duda cultivaron su modo de entender la vida, fueron los detonantes de una mente ávida de grandes retos.

Cada uno de los episodios que durante su trayecto por las diferentes etapas que la vida le ha deparado, han sido para él un aluvión de inspiraciones que le llevaron ineludiblemente a buscar lenguajes con los que poder trasmitir y exteriorizar todo aquello que a lo largo del tiempo ha ido experimentando.

Entre sus facetas y grandes aspiraciones, se encuentran la narrativa y la pintura, ambas sus dos grandes pasiones y la razón de su existencia.

Para José Mulet sus pinturas no son una mera composición estética, son obras literarias de gran calado con un mensaje en prosa y pincel que va más allá del concepto propio del arte. De las mismas se desprende pasión y un gran mensaje que ha permanecido oculto durante demasiado tiempo, aflorando ahora con todo su esplendor.

Sus obras no se han concebido con un fin decorativo para ataviar las paredes de una lujosa morada, sino para observarlas en un entorno de paz y armonía. Entender que se esconde detrás de cada una de ellas, percibir su verdadera esencia.

Por otra parte, cada pequeño e insignificante detalle, o las más complejas de las inquietudes que desde siempre han acompañado al ser humano como habitantes de un insignificante, pero a la vez maravilloso planeta perdido en una hostil e inefable orbe, para la mente de José Mulet, han sido un polvorín de motivos e inspiraciones que le han llevado desde los 12 años a escribir miles de páginas que acabaron guardadas en un viejo cajón. Ahora con más control, experiencia y sabiduría su autor, regresa para adentrarse de nuevo en ese gran mundo que un día tuvo que dejar.

Debatido entre sus dos grandes pasiones, finalmente, José Mulet, aun sin dejar a un lado los pinceles, definitivamente se escora hacia la narrativa para dar rienda suelta a sus anhelos de siempre.