El Arca del Nuevo Mundo

EL ARCA DEL NUEVO MUNDO

SINOPSIS:

¿Qué debería ocurrir para que el maravilloso mundo que veo en mis sueños llegue a materializarse? No lo sé… Esa es mi respuesta a fecha de hoy 11 de julio de 2021. Pero prometo averiguarlo a lo largo de las siguientes páginas.

Así empieza esta vibrante Historia. Al igual que las demás, sin la más remota idea de cómo, cuándo y dónde se desarrollará o acabará, solo me dejo llevar.

Las sensaciones me dicen, que si en mi anterior título, “La Cápsula del Tiempo” crucé todas líneas rojas que el nefasto sistema nos traza de forma casi imperceptible, en este, directamente voy a meter el dedo en el ojo a quienes detesto. Lo haré sin miedo, sin pelos en la lengua, provocando, sacándoles de quicio, dejándoles claro que son la vergüenza de nuestra especie, que son ellos quienes sobran, los demás.

A estas arpías, embaucadores sin escrúpulos, maestros del engaño, de la manipulación, me gustaría recordarles las sabias palabras de Buda “hay tres cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo: el sol, la luna, y la verdad”

Puedo sentir la confusión de mis propias palabras flotando en el aire, pero prometo que pronto saldréis de dudas.

En este momento al igual que tú, no veo nada en el horizonte, solo páginas en blanco a falta de plasmar la nueva historia que a partir de este momento vamos a compartir. Espero que nada ni nadie lo impida…

Al igual que en mi primera novela “El Diario de Úrsula” ocurrieron cosas extraordinarias, cuya explicación cruza el umbral de lo desconocido, situaciones y acontecimientos de difícil comprensión, en “La Cápsula del Tiempo”, la experiencia ha superado todas mis expectativas.

Inspirado en hechos reales, en mis propias vivencias, en todo aquello que he logrado presenciar sobre el futuro con tanta autenticidad, sin un esclarecimiento avalado por la ciencia del presente, me atrevo a decir, que mi concepción sobre todo lo que me rodea, ha dado un salto cuántico, un paso a otra dimensión poco conocida...

PROLÓGO:

Samuel Koch observaba desde su casa aquella bonita estampa invernal. Por esas fechas, próximas a unas navidades de ensueño, un manto blanco se fundía con el azul del mar hasta donde la vista alcanzaba.

Desde esa misma ventana con vistas indescriptibles hacia la inmensidad del golfo de Botnia, entre Suecia y Finlandia, había admirado los más bellos espectáculos de la naturaleza, incluidas las auroras boreales, que por aquellas latitudes se daban.

Islas Åland, a medio camino entre la ciudad de Turku —en la costa suroeste de Finlandia—, y Estocolmo, era uno de los mejores lugares en donde vivir del mundo.

El archipiélago, formado por cientos de islas e islotes, donde los alces y los ciervos campan a sus anchas, era uno de los parajes naturales menos invadidos por la mano del hombre de todo el planeta. A todo ello, había que añadir, su proximidad al mundo civilizado en el que se movía.

Desde la enorme ventana de su mansión, situada en la zona norte del archipiélago, a lo alto de un reducto natural con puerto privado. Samuel observaba el Adonis, su impresionante yate de algo más de 200 pies de eslora.

Siendo quien era, el presidente de la filial Black Stone, el mayor fondo de inversión mundial, aquel barco, a pesar de su ostentoso aspecto, era su modesto centro de operaciones. Lo utilizaba principalmente para desplazarse desde su residencia, hasta Estocolmo, a través de la ruta Mariehamn que conecta Åland con Suecia.

A pesar de tener varias sedes repartidas por todo el mundo, siendo su principal la de Nueva York, practicante la mayor parte del tiempo trabajaba desde su oficina en Estocolmo por la proximidad a Åland; tan solo 155 km. En muchas ocasiones atracaba el barco a medio camino entre toda aquella maraña de pequeños islotes y se desplazaba con el helicóptero. En otras cuando necesitaba viajar a otros países, lo hacía con su avión privado.

Black Stone invertía en las principales empresas y bancos de todo planeta. Obviamente, también influía en las economías de la casi totalidad de países de la tierra.

Prácticamente ningún gobernante daba un paso sobre ciertos temas sin su asesoramiento, o más bien, consentimiento. En definitiva, Samuel Koch, quien capitaneaba al gigante, era quien movía los hilos del mundo. O… dicho de otra forma, el responsable del bienestar de los más de 7.500 millones de almas que habitamos este planeta.